viernes, 17 de diciembre de 2010

El reino del pez


Hace muchos años, en un pueblecito situado al lado de un pequeño lago vivía una muchacha joven, de unos quince años de edad, ésta pertenecía a una familia humilde y para sacar adelante a sus hermanos trabajaba en el palacio sirviendo  al rey. El rey era un hombre honesto que trataba muy bien a la muchacha, tenía un hijo que acababa de cumplir la mayoría de edad. La muchacha y el joven príncipe solían pasar largas tardes hablando y eran grandes amigos.

Un día el rey ordenó al príncipe buscar esposa, cuando el príncipe se lo dijo a la muchacha ésta se puso muy triste, ya que estaba enamorada de él. El príncipe al verla tan triste dijo:

-¿Qué te pasa? ¿No te alegras de que vaya a tener una esposa?

A lo que la muchacha le respondió:

- Me alegra muchísimo que por fin vayas a tener una esposa, pero me alegraría más si fuera yo la elegida.

El príncipe que también sentía algo por la joven muchacha se entristeció al oír esas palabras y le explicó que ella era demasiado joven para ser su esposa y que además tenía que ser princesa de algún reino, pero para que la  muchacha no se marchara tan triste el príncipe le regalo un pequeño pececito plateado y le dijo:

- Libera a este pez en el lago y aliméntale todos los días, así crecerá más rápido.

La muchacha soltó al pequeño pez en el lago y cada día arrojaba puñados de pan al agua....meses más tarde una especie de isla surgió del lago, ¡Era el lomo del pez! Había crecido tanto que ya no entraba en el lago. Entonces la princesa recordó las palabras del príncipe "Para ser mi esposa debes ser princesa de algún reino"
La muchacha decidió crear su propio reino en el lomo de aquel pez, y así fue como pasados unos años volvió a palacio dispuesta a pedirle la mano al príncipe, pero cuando volvió al palacio el príncipe ya tenía esposa e hijos. La muchacha se puso tan triste  que empezó a llorar ...lloró tanto que el lago se desbordó y el pez, que había estado dormido durante ese tiempo se despertó y al ver que al fin era libre nadó hasta el mar arrastrando hasta sus profundidades el reino de le muchacha y a ésta.

El príncipe al enterarse ordenó a sus hombres pescar al gran pez, pero nunca lo encontraron.

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